domingo, 6 de diciembre de 2015

BLACK METAL WARFARE Pt. II - ERIK DANIELSSON Debe Pagar Por Mi Dry Cleaning

Es un día después de Acción de Gracias y la amanecida y los rezagos del trago me traen con el estomago suelto pero con un hambre voraz. Para combatirlo me empujo hilachas de pavo frío que amenizo con arroz, puré y unas papas al horno que la noche anterior muy sutilmente cocine en aceite, ajo, mantequilla y queso cheddar. No tengo ganas de ir pero Mayhem tocan por la noche y tengo los tickets comprados desde hace mas de un mes. Le he pedido a mi esposa que me acompañe pero ella, como yo, anda matada, agotada de Acción de Gracias, de lavar, limpiar, cocinar, beber y charlar con sus amigos republicanos cristianos hasta las 3:30 de la mañana. 

A eso de las 5 de la tarde, luego de habernos dado una vuelta por una granja en las afueras de Tampa donde mi esposa compro un conejo gigante (el tercero), le recuerdo que esta noche hay que salir y que guarde fuerzas. 

'No tienes a nadie mas que invitar?', me pregunta como diciéndome, 'porque no vas solo?'. Le digo que no tengo a nadie mas a quien invitar, pero ella va en serio. A ella esto del metal ni le va ni le viene. Ya harta la tengo yo con mis colecciones y obsesiones. Además, desde hace mas de dos meses no nos soportamos. Este es pues mi intento de tener una salida romántica de pareja, llevándola de paseo a un concierto donde lo único que existe son las multitudes de anormales con sobrepeso, el trago pateado y con sobreprecio y la música ruidosa que sirve para casi todo menos para conversar sobre como podemos arreglar nuestros problemas de pareja. 

Lo cierto es, yo tengo tantas ganas de que ella vaya como ella misma. El problema es ahora a mis 40 puedo contar a mis amigos con la mitad de los dedos de una mano y bueno, esta noche no tengo ganas de ir solo.

Apenas llegamos no me sorprendió que el local Orpheum este casi abarrotado de gente. Como siempre, la proporción de machos a hembras es desalentadora y si uno quiere deleitarse la vista enfocándose en un par de pechos redondos, pues aquí hay muchos pero mas que nada de machos treintones obesos. De todos modos, mas me jodio haber llegado demasiado temprano y haber tenido que soportar a Rotting Christ. Se que estos griegos son legendarios pero a mi ni me van ni me vienen. Aun recuerdo la primera vez que los escuche; fue allá por el '97 y acababan de editar Triarchy of the Lost Lovers. Lo compre en uno de esos catálogos que Century Media enviaba por correo y a pesar del esfuerzo de haber tenido que caminar hasta el correo para enviar mi orden, nunca pude siquiera escuchar el disco en su totalidad y de una sola sentada. 

Lo cierto es, mucho tiempo a pasado desde entonces y a Rotting Christ les he perdido la pista hace tiempo. Esta noche, tocan material que asumo es mas nuevo y que me deja con ganas de haber traído audifonos para escuchar algo de mi Playlist de Spotify. De vez en cuando se encendía la llama, por decirlo así, y los Helenicos descargaban ráfagas de riffs pulsantes. Cuando culminaban sus temas, la gente aplaudía como queriendo justificar el precio de entrada y algunos, asumo, lo hacían sinceramente. 

De todos modos, el haber llegado temprano sirvió para avanzar hacia al frente. Siguiéndole el paso a mi esposa y tratando de protegerle el culo de tanto pajero nos localizamos en la extrema izquierda del escenario. Delante de nosotros solo un gordito pelado de unos 40 que no se cansaba de filmar el concierto con una cámara digital. 

A Watain ya los habíamos visto hace unos años y su show fue simplemente impresionante. Las opiniones sobre estos suecos son divididas, en parte por el éxito que han alcanzado, en parte porque parecen tomarse demasiado en serio, en parte por los lentes de contacto a la Marilyn Manson del diminuto vocalista Erik Danielsson y en parte porque su ultimo disco The Wild Hunt fue tremendo bajon en comparación a acojonantes grabaciones como Casus Luciferi y Sworn to the Dark. 

Parte del show fue ver a los roadies armar el escenario para los suecos. Las cabezas de chancho, los esqueletos de plástico en mazmorras, las cruces invertidas y los candelabros, es todo un espectáculo jocoso, infantil y absurdo que tan solo cobra vida e intimida una vez que las luces blancas se apagan y la banda sale al escenario a presentar su ritual satánico. Pero mientras los roadies sudan la gota gorda y la gente bebe y charla sobre algo divertido, yo y mi esposa nos miramos las caras de rato en rato como dos miserables y nos preguntamos que hacemos aqui, juntos, sin bebidas en las manos, con sueño y con poco que decirnos el uno al otro. Pero tenemos ya mas de 12 años juntos y el silencio incomodo no existe. De hecho, nuestra vida de pareja es ya una relación silenciosa y complaciente, guarnizada por alguna conversación preocupada sobre nuestras hijas. 

Cuando Watain sale la cosa se pone seria y los olores putrefactos drogan a los mas débiles. A mi solo me hacen cosquillas y mi esposa se tapa la nariz por diez segundos. Entonces, el vocalista E entra de puntitas al escenario cual bailarina de ballet y con total sutileza enciende cinco velitas que curiosamente se mantendrán encendidas durante todo el set de Watain. 

Uno puede ser un escéptico, un trve y un cínico (yo soy los tres, ajem) pero hay algo que es cierto y que no puede ser negado, y es que Watain en vivo, ofrecen los visuales mas impactantes que he visto. Su utileria de fiesta de halloween y empolvado atuendo ayudan harto, esto complementado con un set compacto de temas violentos pero variopintos en tempos, melodías y estructuras hacen que su performance sea tan memorable como la primera vez que viste El Exorcista. 

Y si, Watain tenían a la gente en la palma de sus manos, y por ratos hasta en sus pies. En un raro momento de espontaneidad, E se paro en frente de nosotros e intento patearle la cámara digital al gordito de al frente. Luego se quejo ante la audiencia por todos aquellos que no gozaban del show y perdían el tiempo tomando fotos o filmando con sus celulares. E, brazitos cortos y flacuchentos, entonces extendió un brazo hacia la audiencia y le arrancho el mobil a un incauto, luego lo tiro bien lejos a perderse entre los zapatos de aquellos bobos que hacían mosh. 

Parada casi al frente de E estaba una chica diminuta, visible desde el escenario solo por el sombrero de bruja que tenia puesto y por sus incesantes ganas de joder. No se si la tipa era groupie y quería pinga como loca o si simplemente estaba intoxicada y no sabia lo que se le vendría encima, pero rodeada de un par de retardados mentales que le celebraban cualquier cojudez, la chica empujaba el monitor principal una y otra vez. Sus payasadas no pasaron desabercibidas; no solo E trato de patearle la cara un par de veces, sino que un roadie tuvo que saltar al escenario entre canciones y amenazarla con el dedo índice en la nariz. Luego, el chileno Alvaro Lillo, quien finge de bajista en Watain, se paro el frente de ella a mentarle a la madre y al darse cuenta de que todo esto no amilanaba a la suculenta morena (y la verdad, desde mi rincón se veía bastante buena) el siempre amenazador y totalmente enemigo de las sonrisas, P (guitarras) se inclino sobre ella y cual maestro del reflejo nauseoso prosiguió a vomitarle una substancia blanca que parecía provenir del mismo estomago del infierno. En ese momento la gente que la rodeaba corrió por sus vidas y mi esposa se movió estrategicamente de mi derecha a mi izquierda, bastante asqueada del espectáculo y también con ganas de irse en vómito. Ya las cosas precian perder el control.

Pero la pequeña masoquista no se detuvo, con el sombrero completamente cubierto de vomito blanco parecía o indiferente o enardecida y seguía empujando los monitores como queriendo tumbarlos sobre las botas en punta de Erik Danielsson. Entonces, el vocalista ya harto de tanta cojudez cojio un tarro de sangre de chancho (o de pollo, gallina, avestruz, rata o menstruación) y lo lanzo sobre la audiencia. Mi esposa y yo no salimos libres de esa. Su casaca verde militar entonces lucia puntos guindas y su mejilla derecha tuvo que ser limpiada por mi camiseta vieja de Sleep. A mi tampoco me causo gracia esa movida pero mi esposa había sido llevada al concierto a regañadientes y el arruinado de su saco mas querido le cayó con peso. Desde entonces me ha pedido al menos siete veces que le pague el dry cleaning. Ayer hasta claudico y llevo su saco a un local y los chinitos que atienden le dijeron que no le garantizaban nada pero que al menos le costaría $50. Esto no ha mas que agravado nuestra relación como pareja; a mi hasta me ha dicho, 'tu me llevaste a esa huevada de concierto y tu me limpias la casaca o me compras otra.'.

Mayhem era el grupo de fondo y mi esposa ya no aguantaba mas. No quería estar ahí, estaba cansada y ahora ensangrentada por Watain. Y debido a lo teátrico de las performances de los últimos dos grupos, tuvimos que esperar al menos media hora entre bandas. 

La gracia de Mayhem ya paso. Son pioneros, innovadores, clásicos hasta que se venga el apocalipsis pero el tiempo ha hecho de sus últimos discos una irrelevancia total. Y su show de esta noche sabiamente consiste mas que nada de clásicos imprescindibles que han de ser disfrutados sin mucho teatrismo. Lo cual significa que visualmente este tour sufre un gran bajón entre Watain y Mayhem y musicalmente, a decir vedad ambas bandas están casi parejas. Pero claro que Mayhem no podrían siquiera salir al escenario sin algo de drama. 

Entre bandas se cola a mi derecha un trio dinámico; tres sudacas, dos mujeres y un tipo que imagino les cuidaba el culo. Los tres estaban de la verga, imagino que con tanto aguardiente y empilados por la edad no hacían mas que gritarme al oído. 

Apenas Mayhem salio al escenario, el macho no paro de gritar, 'Hellhammer, hellhammer, hellhammer', y una de ellas no se quedaba atrás, gritando con un acento masticado, 'piur faquin armagedon'. Mi esposa, ya bastante molesta por todo lo previo, no hacia mas que mostrarme su incomodidad con ojos de berrinche.

Todo empeoro una vez que Mayhem empezó su set. Sonaron brillantes pero la falta de visuales me desconecto. Sumemosle a eso el headbanging de la ramera a mi derecha (sus pelos se metieron en mis ojos) y el histerismo que un fortachon de esteroides sufrió cada vez que Mayhem empezaban un tema nuevo forzaron a mi esposa a moverse de nuestra posición privilegiada. En un principio me resistí y me aguante por la mayoria del set de Mayhem pero al final cedí y me arrime al bar con mi esposa, en un angulo no muy memorable. 

Para ese entonces, mi esposa ni me hablaba. Joder, ni siquiera aceptaba el hecho de mi presencia. Nuestras diferencias eran irreversibles. Ahora enervadas por el black metal, un genero que me pertenece a mi, no a ella, se manifestaban como un compendio de errores, porque no mande a la mierda al trio de sudacas?, porque no le pegue al loco de los esteroides que empujaba a todo el mundo?, porque no la protegí de la sangre de Watain?, porque mierda la lleve a un show de black metal cuando todo lo que ella queria era descansar de la noche de Acción de Gracias?

La respuesta a todo eso quizás es solo una; porque soy un huevón. Lo cierto es, camino al parqueo entre ebrios que se tambaleaban en la vereda, sobrios irrelevantes y hip hop que explotaba desde los edificios le pedí que nos separaramos.