Bueno, esto se veía venir a leguas, pero nadie habría podido presagiar que seria tan pronto. Desde aquella entrevista en su tenebroso departamento en la que hablaba con ojos vacíos de su obsesión con la muerte y de su deseo de llegar a ella por mano propia, era obvio que un tipo tan serio, obsesionado e intenso como Lemouchi no duraría mucho por estos terrenos. Sus influencias musicales Suecas y corta-venosas seguro que no lo ayudaron mentalmente.
Musicalmente hablando Lemouchi parece haber hecho todo lo que creía necesario. Yo no creo que nadie alcance el pináculo creativo antes de los 33, aunque el caso de los músicos metaleros es algo extraño pues la gran mayoría parecen componer sus mejores obras entre la pubertad y los 25, o entre sus tres primeras grabaciones. Por ese lado Lemouchi encaja y no encaja. Suena injusto tacharlo de guitarrista metalero aunque sus obras mas influyentes definitivamente calaron mas profundamente en esa escena. Además, sus tres principales trabajos llegaron en línea y relativamente temprano; Come Reap del 2008, The Time of No Time Evermore del 2009 y The Thousandfold Epicentre del 2011.
Sus trabajos post-The Devil’s Blood no causaron gran revuelo, y causaron en mi una minima impresión y las ganas de presenciar una reformación de The Devil’s Blood. Aunque pensadolo bien mejor es así, el hombre vivió y murió bajo su ley y su corto legado es intachable y sin compromisos.
Lemouchi dejo tres de mis grabaciones favoritas para la posteridad. En especial Come Reap, aquella impresionante introducción de cuatro temas de refrescante sonido revival, especie de reinterpretación macabra del rock sicodelico setentero. Es a través de estos que lo recordare; rítmicos y hechizados ejercicios musicales, arreglos vocales que confunden por su melodioso delivery y su chocante y poético contenido lírico y en especial por sus orgiásticas guitarras hard-rockeras que parecen querer llegar al cielo, mas que seguro con ganas de calentarlo con toda su fuerza infernal.