sábado, 9 de marzo de 2013

REINO ERMITAÑO, Veneración del Fuego (I Hate Records, 2012)

Con ya tres discos a cuestas y una sorpresiva gira/tocata en el Doom Shall Rise europeo ya hace un tiempo, estos limeños se atrevieron a lanzar su cuarta placa, que, luego de muchas idas y venidas ha logrado acuñar el sello personal de la banda muy por encima de lo pensado en su momento.

Tania, que en las vocales ha tenido la tarea de manejar los hilos de la banda frente al público, frente a los detractores y frente a la gente que se ha visto sorprendida con la evolución del sonido que profesa Reino Ermitaño, Ñaka, Marcos y Eloy que complementan este combo que ha logrado encajar y pulir la amalgama que une a todo en solo bloque , los años no pasan en vano para nadie y ellos, mas que nadie,  lo saben de sobra.

"Sobre las ruinas", que a razón de muchas cosas creo que es el tema punta de lanza de este disco: intro enrarecida por un regusto acústico con un sugerente teclado que se rompe con los riffs inmisericordes que se cuelan por doquier, la voz gorgonesca de Tania que va desmarcándose de todo lo anterior hecho: y es que al parecer ha logrado el equilibro que asumo buscan disco tras disco, sin ser demasiado escandaloso y sin caer en la apestosa dulzura, bajo y batería que patean con insistencia la puerta de la inconsciencia sin dejar de lado lo acojonante del asunto, eso si.

El acento monolítico se deja sentir en todo el disco, con puntuales inclusiones de violines acertados y reptantes en "Cuando la luz te encuentre" , o la sorprendente "Sangre India" que respira aires andinos por sus cuatro costados, la cual maquillan a la perfección con la pesadez precisa, la arpa que hace un rasante corte a medio tema y te trasporta a los páramos mas olvidados de la región andina, guitarra y quena que le dan un segundo respiro a este tema y le imprime un aire distinto, la voz casi diáfana y la clarividencia de esos minutos que te ponen, te sientan  y te piden que le des un chance a la calidez engañosa, y digo engañosa por que en jugada de ajedrez, el repetitivo mantra nos pide que terminemos de morir.

Cerrando de manera cíclica nos devuelve al comienzo, como un reloj de arena al cual solo debemos voltear. Este disco es la declaración sostenida de la banda, afirmando el sonido buscado y dejando en claro que para estos capitalinos peruanos que la vena tradicional del doom no es cosa de juego, toda condescendencia ha sido desterrada en este disco, disco que solo sostiene en vilo la decadencia de sonidos arrastrantes con la cual es necesaria embriagarse hasta el hartazgo.

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