Harms Way salió al mercado en el 2001, razón por la cual nunca me entere. Desde el ’97 hasta precisamente el 2000, consumí tanto stoner rock, que para el segundo año del nuevo milenio me encontré literalmente quemado del subgénero. Por meses mi dieta había consistido de blues distorsionado y famélicos empujes hacia la sicodelia - ósea cada lanzamiento de Man’s Ruin –, y cuando en Enero del ’99 adquirí el bestial Jerusalem de Sleep decidí poner fin a mi fascinación por el estilo. Las situaciones y los proyectos de vida se deben de acabar en un punto alto y Jerusalem fue el mejor momento.
Otro motivo por el cual nunca le pare bola a este segundo disco de los suecos Terra Firma fue porque salió al mercado a través The Music Cartel, fugaz sello gringo dedicado al subgénero que a pesar de editar un par de clásicos –alguito de Cathedral y tempranos esfuerzos de Unearthly Trance y Ufomammut - me había desencantado al editar decepcionantes álbumes como los de Leadfoot (la banda del vocalista Karl Agell y del bajista Phil Swisher de Corrosion of Conformity) y The Sabians (grupo del batero Chris Hakius (Asbestosdeath, Sleep, etc)), discos que para mí fueron señales de un ocaso que yo no quería presenciar.
Es difícil asumir cosas más de una década después, pero quizás, solo quizás, de haberle prestado atención a este Harms Way mi pasión por el stoner rock de los 90’s hubiera seguido vigente. Y es que Terra Firma de verdad se pulieron una gemita con este disco y nadie siquiera noto su brillo.
Harms Way destaca sobre todo por su elástico dinamismo, por sus impecables riffs chocarreros y por la energética performance del vocalista Lord Chritus (Christian Lindersson), veterano hoy en día al micrófono de Lord Vicar y en un pasado distante parte de una efímera reencarnación de Saint Vitus.
Harms Way también destaca por tener un sonido que para la época no era dominio del populorum; rock duro distanciado a años luz de los adoradores de Kyuss y de los discípulos drogos de Monster Magnet, y más aún desdoblado de los simplismos abusados por bandas claves de la movida como Acid King.
Contrario a sus contrapartes, Terra Firma no parecían usar al blues pesado como base de todo, pero si parecían haber bebido de las mismas fuentes setenteras. Gran parte del crédito lo merece el guitarrista Fredrik Lindgren, elemental miembro de Unleashed durante sus años mozos y empujante rockero melódico con sus prometedores pero no muy fructíferos Atlantic Tide. Lindgren aquí se luce como nunca antes, recopilando una colección de riffs que parecen poseer un sonido bastardo mitad Iommi-mitad Thayil.
Harms Way también destaca por tener un sonido que para la época no era dominio del populorum; rock duro distanciado a años luz de los adoradores de Kyuss y de los discípulos drogos de Monster Magnet, y más aún desdoblado de los simplismos abusados por bandas claves de la movida como Acid King.
Contrario a sus contrapartes, Terra Firma no parecían usar al blues pesado como base de todo, pero si parecían haber bebido de las mismas fuentes setenteras. Gran parte del crédito lo merece el guitarrista Fredrik Lindgren, elemental miembro de Unleashed durante sus años mozos y empujante rockero melódico con sus prometedores pero no muy fructíferos Atlantic Tide. Lindgren aquí se luce como nunca antes, recopilando una colección de riffs que parecen poseer un sonido bastardo mitad Iommi-mitad Thayil.
Podría decirse que Terra Firma significaron una especia de stoner rock 2.0, y que a la gente no le calo el sublime ángulo con el que estos jugadores empalmaban cada tema, pero tengo mis dudas pues creo yo que gran parte de la culpa la tiene el sello SPV que al ver un decline en el género decidió no darle a Terra Firma el empuje necesario.
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