viernes, 22 de febrero de 2013

RIDE FOR REVENGE / METI BHUVAH, Split (Bestial Burst, 2013)

Y Ride for Revenge continúan en su espinoso camino hacia la malformación total de su música. Esfuerzos pasados ya los han mostrado como vanguardistas de un sonido chatarroso que parece enmarañarse en un ardiente coito con el noise y que muy concientemente se aleja del riff como aspecto central, y este split no hace mas que reforzar ese temple. Bajo industrial y viscoso marcha al lado de un ritmo militarista de batería. Solo existe un tempo y no hay cambios, melodías, coros o estructuras que faciliten la memorización. Hay además un ruido aparte rodeando la instrumentación mas convencional, un canvas perturbador que dispara locamente feedback y que retrata una atmósfera sórdida y pesadillosa. Es el fondo perfecto para música así de negativa.

El as sobre la manga es Harald Mentor, hombre orquesta que hace de todo aparte de tocar guitarra. Cuando Mentor canta, aunque cantar es algo que este tipo no hace nunca, lo hace como un reptil, aunque los reptiles no emitan sonidos audibles.

A Ride for Revenge la descripción de metaleros les queda chica. Son discípulos y  miembros privilegiados del culto a Godflesh. El segundo tema se titula “Win Sind Gotter I” y es noise total. Esperemos que esos derroteros no muestren el futuro de Ride for Revenge. 

Meti Bhuvah significa ‘eje de la tierra’ en sánscrito, nombre ostentoso y presuntuoso si lo pensamos. Pero uno solo tiene que escuchar el ruido que esta banda rusa practica para darse cuenta que sus aspiraciones son mundanas. Empiezan con un intro instrumental que es simple y guitarrero. La música esta atracada en tercera y la baja fidelidad de la guitarra me recuerda a la estática post punkera de Raspberry Bulbs. Esto parece haber sido grabado en un calabozo.

Luego siguen dos temas, “Prophet (Part I)” y “Prophet (Part II)”, confirmado; Meti Bhuvah tocan black metal crudo, con doble bombo y todo. A menudo pienso en como sonarían estos si su música fuera presentada con un sonido mas pulido. Su potencial seria infinito, su audiencia  se multiplicaría por diez, aunque su encanto seria perdido. El black metal y la música cruda están a salvo. 

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